lunes, 20 de julio de 2009

Tierra y escritura


por: Omar Cid

Las vertientes post-modernas conservadoras del análisis literario, han puesto énfasis en la importancia del texto poético, como un objeto cultural globalizado, excluyendo al sujeto creador y su historia.
Si hay algo que distingue al llamado pos- estructuralismo, es su abandono a las cargas de responsabilidad que el arte y la literatura asumían en su sentido moderno, es decir, la relación que se produce entre creación y factores como: la vida, la sociedad, el mundo.
Para los hijos de la pos-modernidad literaria, la crítica no es más que un dispositivo de los llamados "juegos del lenguaje" ubicados en el terreno de lo estético.
La muerte del sujeto expresada por Michel Foucault, se entendió como la necesidad de indagar en los archivos, en la letra, enterrando una de sus lecturas más electrizantes, entender el fenómeno moderno, como un proceso de exterminio del factor humano.
En este contexto social y cultural, la obra poética de Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral) nacida en Vicuña, en los terruños de Coquimbo el 7 de abril de 1889, es una piedra en el zapato o dicho de manera académica, es un agente teórico que atenta contra las lecturas pos-modernas y globalizadas, de lo que se entiende por producción literaria.
No se trata de excluirla de las antologías, como lo hicieran los vanguardistas Volodia y Anguita, el problema es desde donde analizar su obra, ¿Es posible hacerlo solamente desde el código? La propia Gabriela cierra las puertas a esa posibilidad, en los Cursos de Verano efectuados en Montevideo durante 1931[i].
En ese relato cuenta a los asistentes sobre su modo de escribir, las horas en que puede hacerlo, los lugares que escoge para lograr el fin deseado, lo hace, con el oficio y la decisión de quien no desea ser interrumpida…sin embargo, hay una parte del relato que establece una unidad casi monolítica en su estilo y que termina ligándola a la tierra, su tierra, guardada en una bolsa de plástico y que la acompañó durante los largos años de su estancia en otros países “Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible, queda en lo que hago, sea verso o sea prosa”.
¿Es posible hablar de Gabriela y excluir el valle del Elqui, Monte Grande? A mi juicio estamos en presencia de una mujer que fue parte de una transición cultural, social y política y ello se traduce también en sus escritos.
La voz de Gabriela, es en principio el vocablo de la tradición, no la que se refiere en forma repetitiva al pasado, se trata del concepto explorado por Gadamer[ii] a partir de las lecturas de Heidegger, Gabriela era en sí misma -un ser-en la tradición- una habitante de la naturaleza y del proyecto de compresión humano:
“A beber luz en la colina
te pusieron por lirio abierto
y te cae una mano fina
hacia el álamo de mi huerto”
(Extracto del poema: A la virgen de Colina, Texto Desolación)

O en su sentido más existencial: “Esta alma de mujer viril y delicada, /dulce en la gravedad, severa en el amor,/ es una encina espléndida de sombra perfumada,/ por cuyos brazos rudos trepara un mirto en flor”. (Poema La Encina, Del texto Desolación)
Pero su interpretación de la realidad no se agota ahí, su propia búsqueda de la palabra es un esfuerzo moderno de auto-reflexión -en ese sentido- la campesina, la muchachita criada en los alrededores de Coquimbo, se levanta con un proyecto propio.
Defiende su condición de mujer, de escritora incipiente en los medios de la comarca, defiende su sustento con el oficio de educadora, para luego (muy tarde) ser reconocida como maestra.
El chile patriarcal, terrateniente y oligárquico cierra sus puertas a la mujer de origen humilde, la modernidad bajo los ojos de los socialismos nacientes la desconocen, “tanto canto a lo divino, les quita el sueño”.
No quiere correr la suerte de los profetas y emigra, sin embargo, su único domicilio es el de la infancia[iii].
Pero eso no la aleja del mundo, su compromiso es abierto, la educación va a jugar un papel fundamental para unir voluntades, viaja a México, recorre América Latina, solidariza con los pobres del continente.
Recién en 1951 se le otorga el premio Nacional de literatura, téngase presente que en 1945 la academia sueca la premia con el Nobel literario, tuvieron que pasar largos seis años, para que los señores de las letras chilenas la reconocieran. Su salud en ese periodo era delicada y se excusa de no asistir a recibirlo, pero en su mente se encuentra la tierra natal y dona la totalidad del premio a los niños del valle de Elqui, es decir, devuelve en un mudo gesto, el don que cultivó con sus manos e intelecto.
¿Puede estudiarse la poesía de Gabriela, descartando el sentido místico del entorno de la infancia? Una de las particularidades de Monte Grande, es la conexión que se produce entre el hombre y el silencio, entre el hombre y la sequedad del entorno. Incluso hoy, con toda la tecnología existente, el viaje tiende a languidecer los sentidos.
Para quienes están acostumbrados al murmullo de la ciudad, a la poesía del ombligo escrita en los rincones del parque forestal, visitar el valle del Elqui, es recién comenzar a entender el largo camino de la niña que quería ser profesora y terminó siendo poeta.
En Tala, la mujer instalada y reconocida emite un susurro: “Quiero volver a tierras niñas” el mundo la acoge, pero en su corazón sufre el extrañamiento.
Gabriela, la mujer de América, sabe que tiene una pertenencia, se reconoce como campesina de un lugar donde el agua y cada árbol reciben la veneración de los hombres y las mujeres, porque lo demás es la soledad de las tierras desérticas, del monte esquivo.
Su misticismo no sólo es natural, tiene una fuente religiosa, el catolicismo, ese de la espiritualidad franciscana, no se siente bien en las grandes catedrales, prefiere las iglesias de pueblo, las pequeñas capillas.
“No remuevas la tierra. Deja, mansa
la mano y el arado; echa las mieses
cuando ya nos devuelvan la esperanza,
que aún jesús padece”.
(Del poema Viernes Santo, Texto Desolación)
En 1960, tres años después de su muerte, sus restos son trasladados al lugar donde comenzó su idilio con la poesía, Monte Grande, era su voluntad, con ello se cumplía el periplo. Ulises, en versión femenina volvía al terruño y Penélope sigue tejiendo versos en el silencio de la noche.

[i] “Yo escribo sobre mis rodillas y la mesa de escritorio nunca me sirvió de nada, ni en Chile, ni en París, ni en Lisboa.
Escribo de mañana o de noche, y la tarde no me ha dado nunca inspiración, sin que yo entienda la razón de su esterilidad o de su mala gana para mí…
Creo no haber hecho jamás un verso en cuarto cerrado ni en cuarto cuya ventana diese a un horrible muro de casa; siempre me afirmo en un pedazo de cielo, que Chile me dio azul y Europa me da borroneado. Mejor se ponen mis humores si afirmo mis ojos viejos en una masa de árboles.
Escribo sin prisa, generalmente, y otras con una rapidez vertical de rodado de piedras en la Cordillera. Me irrita, en todo caso, pararme, y tengo siempre al lado, cuatro o seis lápices con punta porque soy bastante perezosa, y tengo el hábito regalón de que me den todo hecho, excepto los versos.
En el tiempo en que yo me peleaba con la lengua, exigiéndole intensidad, me solía oír, mientras escribía, un crujido de dientes bastante colérico, el rechinar de la lija sobre el filo romo del idioma.
Corrijo bastante más de lo que la gente puede creer, leyendo unos versos que aún así se me quedan bárbaros. Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible, queda en lo que hago, sea verso o sea prosa”

[ii] Heidegger y la tradición filosófica en Gadamer, Luís Enrique de Santiago, Universidad de Málaga “El «proyecto arrojado» que es el Dasein no debe desvincularse de la tradición. De ahí que la definición heideggeriana del Dasein como «ser-en-el-mundo» se «traduzca» ahora desde la hermenéutica de Gadamer como un «ser-en-tradición», fundamento de la comprensión y del autoconocimiento del hombre.


[iii] Continuo viviendo a la caza de la lengua infantil, la persigo desde mi destierro del idioma, que dura ya veinte años (Petrópolis, Brasil,1945)

jueves, 16 de julio de 2009

Pre-textos y obras incompletas



por: Omar Cid



*EXTRAVIADA


Las veces que he pasado por calle Ecuador,
bajo el argumento de las fotocopias.
Un aire de premonición y desvarío,
una sensación de nicho natural
gotea por la espalda.
[ Tus huellas de hoja y tierra
dejaron de saludarme,
y el reloj de arena
golpea la cajita de la memoria.]
Una gitana contempla
la bitácora de mis manos.
Con su sabiduría de runas,
confirma el extravío y la extraviada.
Denuncia con frialdad,
la ejecución inoficiosa
de recolectar los restos de tiza,
con los que alguna vez
escribí tu nombre.

*Del texto “Estrategia o la fiesta de los heterónimos” año 2001



*INCITACIÓN A MI BARRIO EDEN


Las redes originarias de los años,
cruzan la encrucijada de las estrellas.
Las paredes descascarándose,
me hablan de infancias descarriadas,
en el paraíso hilachento
donde la tarde, nos espera.

Ahora, todo se cubre de cemento en calle Balmaceda,
y el olor del vino extravió su hálito,
el canal que cruzaba el patio lo han secado,
Los paltos, los granados,
se perdieron en alguna chimenea.
La tierra entumece las mañanas de mayo,
pronunciando su destierro;
y temo que tu huella y mi huella no sean sino,
la corrupción de la memoria
y el barrio, una labor curiosa de especialistas.
Dispuestos a rescatar trozos de la patria.

*Del texto “Estrategia o la fiesta de los heterónimos” año 2001


*9 de Octubre de 1992


23:15

Sentía el dolor
de la sombra ocupando el espacio.
Y las lecturas no fueron tranquilas
-como antes-.
Medí por cuartas la ratonera,
dibujé y escribí,
distinguiendo la otredad de los silencios.
Sentí como los brazos
y las piernas se duermen,
cuando imaginaba estar en tu lecho
dormitando.
Limpie el sudor de la pena,
en la pública sumisión,
del cuerpo recluido.

*Del texto Estrategia o la fiesta de los heterónimos



*Simplemente los niños


Esos niños recogen basura
sus manos deambulan por nuestra intimidad
recorren sin escozor / los papeles que quisiéramos esconder
sacuden nuestras menudencias
desde el cepillo viejo hasta el pan desbordado por hongos
son así / cumplen la labor extrema del retorno
Desde el basurero / jamás nos miran
sus ojillos se pierden en la inmensidad de los despojos
Nosotros no quisiéramos verles allí
los mandaríamos a la escuela
a beber leche caliente / en el alero materno
Pero nuestra basura
necesita manos pequeñas
seleccionadoras prolijas
de lo útil lo Re-tornable
porque las cosas funcionan así
siempre hay otros / recogiendo sobras del mundo
y nuestras manos buscan entre calzones y calcetines
de algún gringo / su medida
A veces encontramos en un libro
el destello alicaído de una metáfora
en la inmensidad de los despojos
Y ellos / no quisieran vernos allí / nos mandarían a beber
nuestra leche
a leer / nuestros libros
para que dejemos tranquilos / sus basureros
ligeramente globalizados

*Del texto estrategia o la fiesta de los heterónimos



*Pequeña Cofradía


Jugábamos a ser la pequeña cofradía,
protegida en las calles de Matucana.
Nos sorprendió un verano, un invierno…
Nos mordió el trasero la lucha de clases.
Nos comió la noche, con su jugosa entrepierna.
Ni siquiera conseguimos
abrir un puesto de recados
con el infinito.
Teníamos miedo,
terror a las casetas,
los trámites
y muy especialmente a nosotros mismos.
Por eso, nunca escribimos novelas
o discursos convincentes.
Quedamos pálidos;
ante el frío de la poesía,
agarrotados compartiendo su lecho.
Buscábamos el calor de un seno,
una espalda,
peñiscando la mujer del prójimo.
Gastando las pocas monedas
en la industria del desamor.

*Del Texto “La Escuela de Matucana”



*La Escuela de Matucana


Queríamos llegar a Frankfurt,
y no teníamos otra cosa
que un pasaje a Matucana.
Meamos, cada paradero.
Manoseamos paredes y esquinas,
escribiendo como un par-pa-de-o
un guiño
una exaltaciónnnnnnn.
Conocimos las cunetas cual ciego
recién ingresado al club mendicante.
La hoja en blanco para nosotros
fue una mancha de baba y sangre.
Hicimos recorridos necesarios
de lecturas innecesarias.
Terminamos como tantos
en un mostrador
una vitrina
Estrujando las tripas en un pub
condenados a la relectura.

*Del texto La Escuela de Matucana


*Pequeñas estrategias


El horror de la noche
con su fraudulenta jugada.
Los mimos,
cogen las últimas monedas,
los payasos ríen
al ritmo de los cánticos evangélicos.
Armado de pantalón y camisa
-como los otros-
diseño y desarmo
las pequeñas estrategias
llamándolas
el lado B de la poética.

*Del Texto La Escuela de Matucana



* “Todo lo sólido se disuelve en el aire”
C. Marx
El Colegio Latinoamericano
ya no existe.
Los leones 1401
es ahora un conjunto de departamentos.
Manuel Guerrero*,
ya no espera a sus niños;
y el ruido del helicóptero de esa mañana del 29 de marzo,
se perdió, en los quehaceres de la carne.
Marx, tenías razón:
“Todo lo sólido, se disuelve en el aire”.
Pero, la fragilidad de la coherencia permanece.
Nadie, podrá recordar el nombre de uno sólo de sus asesinos,
los llamarán de modo genérico: “criminales”.
A pesar de eso,
la sala vacía / espera.
Los niños de esa época / esperan,
verte ingresar silbando,
con el libro bajo el brazo.



*Del Texto “Cartas de un sobreviviente de la rebelión popular a un renegado de la UP” año 2008 próximo a publicarse.
*Manuel Guerrero Ceballos, dirigente del colegio de profesores de Chile, fue secuestrado junto a José Manuel Parada (sociólogo y apoderado), de las puertas del Colegio Latinoamericano de Integración el día 29 de Marzo de 1985, siendo asesinados en las cercanías del aeropuerto de Santiago.



*Yo Torturador

Aquí yace Osvaldo Romo*
TORTURADOR
Llegaré al nicho solo
-poco importa-.
Cárguenme los muertos que quieran,
estoy orgulloso.
Yo, héroe y maldito cierro la boca.
Transité por los juzgados
dando explicaciones.
Mientras, los cerca de 2000 agentes de la DINA*,
me verán por las pantallas,
bebiendo una cerveza
y rascándose el ombligo.

*Del Texto “Cartas de un sobreviviente de la rebelión popular a un renegado de la UP”
*Osvaldo Romo Mena, fue parte de los organismos de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet, donde destacó en su labor de torturador.
*Primer organismo de seguridad de la dictadura, fue disuelta luego del asesinato en Nueva York, del ex -canciller en Estados Unidos (de Salvador Allende) Orlando Letelier y de su secretaria.


Literatura chilena y cambio social. Un caso de desarrollo frustrado



por: Omar Cid


La necesidad de un nuevo marco de referencias

Un número no despreciable respingará la nariz y tendrán la delicadeza de subrayarme que la era de los meta-relatos, las vanguardias, los ensayos sociales y culturales de cualquier tipo son material de archivo. Para ellos, lo importante es el texto “la producción en sí”. Con todas esas objeciones a cuestas, escribir sobre literatura chilena y cambio social, proponiendo un eslabón distinto de análisis capaz de superar o al menos desplazar las categorías de sujeto-objeto, son razones suficientes para que cualquier lector entendido, cambie de página.
He querido evitar el vocablo paradigma, sin embargo en estos largos años de lector -tanto pasivo como activo- de antologías nacionales, he ido percibiendo y a estas alturas atragantándome, con casi los mismos textos, no importando los compiladores. Una de las razones que explican dicho estado de cosas, radica en los sustentos teóricos que justifican tales trabajos, todos tienen un norte, la pretensión de ser capaces de ordenar “lo bello” entendido como placer para la vista y los oídos o en un nivel superior identificándolo con su estado trascendente y espiritual (Platón).
El paraguas metodológico y epistémico de Feyerabend en su ya célebre tratado “Contra el método; esquema de una teoría anarquista del conocimiento” propone frente al fenómeno estético lo siguiente “La actividad de la razón es crecimiento y en ese crecimiento tiene un papel central la imaginación. Cada símbolo es una cosa viva, en un sentido muy estricto y no como mera metáfora. El cuerpo del símbolo cambia lentamente, pero su significado crece de modo inevitable, incorporando nuevos elementos y desechando otros viejos". En Chile, este dinamismo, esta puerta abierta a otras visiones se encuentra cerrada, más allá de las pretensiones elaboradas desde las corrientes semióticas, estructuralistas que refrescaron en su momento el panorama cultural, finalmente, han sido reproductoras del mismo principio de orden, generando un discurso social de la belleza, donde “el arte por el arte” no es otra cosa que el fácil tránsito de la elaboración literaria a los círculos de producción y mercado.
Plantearse entonces un nuevo orden referencial en el lenguaje, implica sumarse entre otros a Felix Guattari, en su cuestionamiento de los paradigmas estéticos, subvirtiendo la unidad de producción de valores capitalistas, se trata del principio de la alteridad y por tanto de la recuperación de la ética, como elemento de análisis y de redescubrimiento de la importancia de la creación, de la auto-fundación y del compromiso ético que conlleva. (Ver Guattari, El paradigma estético, entrevista con Fernando Urribarri, nov. 1991) .
Una segunda mirada que puede aportar a la elaboración de una nueva y rejuvenecida perspectiva estética, la aporta el ideario cínico que asoma en el contexto del descrédito de las utopías, bajo el desencanto del modelo estético neo-liberal y proponiendo un punto de fuga a su capacidad de reproducción y alienación, optando por el camino autárquico, antes que el dormitar embrutecido del imperio del consumo. Autores como el propio Diógenes y muy especialmente Peter Sloterdijk, filósofo alemán de connotada trayectoria son referencias para este camino. Para ambas corrientes de opinión, la historia juega un papel determinante, uno de los grandes vacíos que se expresa en las antologías y en general en los trabajos de esa índole, es la ausencia del factor histórico, en el proceso creativo.

Algo de historia
Los procesos independentistas, tuvieron en la pluma un fuerte aliado, las cartas de los libertadores, la alianza temprana entre una estética racionalista resumida en los colores patrios, la música, los uniformes, más un organismo de difusión como la “La Aurora de Chile” desembocaron en una corriente crítica por supuesto ligada a la elite criolla.
En 1860, “La lira popular” era un instrumento donde los poetas y los cantores populares - comentaban con su mirada- se trataba de pliegos sueltos, destinados a comentar los hechos de cierta relevancia de la vida nacional, con el objetivo de venderlos en mercados y lugares concurridos.
Allí el humor, el ingenio y la crítica social eran una herramienta discursiva de vital importancia. Hasta 1920, ocupó un lugar en la memoria del pueblo chileno, el historiador Maximiliano Salinas, realizó un trabajo de investigación en torno a la influencia de lo literario popular, en el ámbito de lo sacro, como de construcción de conciencia social, publicado en revista Araucaria (1986) y titulado “El bandolero chileno del siglo XIX. Su imagen en la sabiduría popular”. De ahí se extrae este texto.

Los Húsares de la muerte
fueron creados por él
y en Maipo peleó sin hiel
pero con gloriosa suerte;
después aquel brazo fuerte
por carrerista sincero
fue de un modo traicionero
muerto por un argentino.
y así murió el jefe fino
que humilló al godo altanero.



Puede que esté lejos de ser un verso bien logrado, puede que no cumpla con todas las formalidades que el decálogo de los poetas exige, lo más probable es que no se encuentre a la altura de compartir, hojas con nombres como los de Huidobro, Parra o Zurita, pero las diez líneas anónimas citadas, son la fotografía de un momento histórico, son el grito de los condenados a muerte de la historia y en ese sentido trascienden tanto o más que cualquiera de los poetas públicamente reconocidos.
A principios del siglo XX, autores como Víctor Domingo Silva, Cosme Damian Lagos, conformaron un sustento valioso al movimiento obrero naciente, acompañando a Recabarren en el nacimiento de la prensa obrera.
La llamada literatura social de Baldomero Lillo, Nicomedes Guzmán, son un aporte desde el momento que el sujeto a retratar era el obrero, en sus alegrías y pesares, ingresando a la vedada mina, como al dormitorio de su casa.
Sin embargo, la valoración estética de estos autores siempre estuvo en tela de juicio, como “El Canto General” de Neruda y la producción literaria de la generación de los ochenta, marcada por la existencia de la dictadura.
Frustración y estancamiento, son palabras acordes cuando se intenta retratar la situación de la literatura y su vinculación con el cambio social, frustración porque; la elaboración discursiva que da cuenta o propone desde su estrategia, alguna sensibilidad que escape a la de los placeres, los sufrimientos inconmensurables por la falta de una cerveza o la página en blanco, son rápidamente tachados de panfletos, de propaganda, o sea, pseudo-arte.
Bajo esa misma premisa, los autores de la diáspora, por el solo hecho de pertenecer a ese registro, se encuentran sancionados, primero por quiénes en un arrebato de pureza, los pasan y repasan por el filtro de la evaluación a-social de sus textos, luego por quiénes cuidan el negocio y sus pequeñas trincheras de supervivencia, para todos ellos, abrir nuevas posibilidades de análisis, podría significar validar ámbitos de competencia innecesaria.
El estancamiento intelectual entonces, tiene sus raíces en la búsqueda de una seguridad y el mantenimiento de un orden -que se puede de vez en cuando atacar- para que todo continúe del mismo modo, la analogía que retrata de mejor forma este momento, es el largo proceso político de post-dictadura, donde los poderes fácticos han logrado salir airosos, en desmedro de las demandas democratizadoras de la gran mayoría del país, del mismo modo, en las esferas de los comentarios literarios y de la crítica periodística del rubro, los avances son casi nulos, las voces se han multiplicado, pero los sustentos teóricos que permiten sus elaboraciones, no dan cuenta ni de las discusiones filosóficas actuales, ni mucho menos de las nuevas miradas al fenómeno estético, donde en algunos casos, la vuelta al sujeto y a su entorno, son elementos de importancia a la hora de configurar y validar un producto, un esfuerzo creativo.


viernes, 10 de julio de 2009

La Izquierda hora cero

(O reflexiones en torno a las andanzas de Camilo)

por: Omar Cid
Centro Estudios Francisco Bilbao

He leído con mucha detención un par de textos que abren una polémica no sólo de interés para los militantes del partido socialista, sino de las izquierdas en su conjunto, se trata de las exposiciones difundidas en el Centro de Estudios Avance por los autores Gregorio Angelcos con su texto “Don Camilo y la doctrina de la intolerancia…” y Eduardo Rojas con su respuesta “Una crítica de la crítica a Camilo”.

La previa
La discusión en sí corre un peligro, reducirse a la persona y actuación del actual timonel del Partido Socialista de Chile, Camilo Escalona, cuestión que me parece segundaria en beneficio de dos elementos centrales que Angelcos intuye y enfatiza: en primer lugar, el origen y desarrollo de una tecnocracia partidaria (partido de funcionarios) y el segundo, la imposibilidad de un debate serio y abierto, en el contexto de una orgánica funcional a un modelo de equilibrios políticos mediatizado por la arquitectura política denominada “Concertación de partidos por la democracia” y “Alianza por Chile” o democracia de los acuerdos, barnizada por el sistema binominal, hoy en evidente crisis.
En el caso de Rojas, hay tres argumentos sobre los cuales se hace necesario reflexionar el primero la extraña calificación de “tradición discutidora” que para un no militante del Partido Socialista -como es mi caso- suena a una especie de secuencias históricas de berrinches dentro de lo colectivo o a una pandemia de neurosis que de vez en cuando, afecta la estructura partidaria.
Si es así, ser parte de esa corriente no representa ningún merito e incluso por su ubicación en el primer párrafo del texto, si mis clases de lógica no me fallan, nos encontraríamos frente a un bello ejemplo de Argumentun ad Hominem o falacia de descalificación a la persona por sobre el argumento.
Más allá de esa primera debilidad en la respuesta, hay dos temas esbozados por Eduardo Rojas, que necesitan mayores grados de precisión, se trata de conceptos como el intelectual colectivo que acuñara eficazmente Antonio Gramci, y el de hegemonía que se desprende de la propia discusión, pero que a mi juicio, escapan absolutamente al contexto cultural y político del Chile actual. Hablando claro, el papel del intelectual colectivo fue determinante dentro de una estructura partidaria donde los militantes, adherentes y simpatizantes, jugaron un rol de primer orden, en lo que se llamó en otro momento histórico -los partidos de masas- ahí tuvo sustento la búsqueda colectiva e individual en beneficio de un proceso (revolucionario), el cual a todas luces hoy no existe.
El reclamo de Rojas a Angelcos, se hace entonces desde un paradigma hoy imaginario, lo grave es que esta constatación no afecta únicamente al Partido Socialista, se trata de la realidad de las izquierdas chilenas, atomizadas, desterritorializadas, escasas de militantes e incapaces de generar una hegemonía social, en el sentido gramciano del concepto, o sea, una sociedad civil organizada y capaz combatir las nuevas formas de dominación (de la que el PS, hoy es parte) y por otra, sentar las bases que permitan disputar todos los terrenos de lucha al modelo en ejercicio.
Hoy, el llamado socialismo ubicado en la concertación tiene otra apuesta, la hizo a finales de la década de los ochenta y la llevó a su extremo, cuando sus cúpulas ubicadas en el Senado y en la Cámara de Diputados, votaron formalmente, el ingreso de Chile al TLC con EE.UU. Ese es el momento en que el PS y su tradición nacional y popular son borradas, no se atrevían a renunciar a ciertos principios en los congresos partidarios, pero con esas firmas, Chile quedó en los hechos, optando en las urnas entre dos derechas, como lo expusiera tiempo atrás, el diputado Sergio Aguiló.
Derrotados, los pequeños grupos disidentes, optaron por diversas estrategias, las que hoy día se manifiestan en renuncias masivas y otras más bien simbólicas, donde la dirección y su rostro más visible, aparecen como una entidad inútil, amparada únicamente en una fuerza, más parecida a un poder fáctico que a una convicción intelectual y política de largo alcance.

Izquierda hora cero
Asistimos a un proceso de re-articulación del cuadro político, donde la banalidad, la simulación, el espectáculo, la insensibilidad, los personalismos a ultranza y por supuesto la corrupción, ya están instalados.
Chile, es la copia feliz del edén norteamericano, pero con antinomias difíciles de superar, el modelo cultural y político binominal pareciera tener sus horas contadas y la concertación no es la única afectada por el proceso, se trata de un fenómeno que cruza a todas las orgánicas políticas y que se acrecienta en momentos eleccionarios.
No se trata de una descomposición generalizada, son las élites dominantes, las que se re-ubican en posiciones distintas de la mesa, para continuar el mismo juego de naipes, Frei y Marco Enríquez, son los rostros visibles del nuevo escenario.
El Juntos Podemos, tampoco puede sacar cuentas alegres, de su intención de crecimiento y sumatoria, ahora resulta que poco a poco se convierte en una fuerza inepta, a la hora de sumar nuevos actores, el acuerdo suscrito con la concertación ( Frei) puede convertirse en una olla de grillos, sino se transforma en un triunfo contundente, que permita sostener a la concertación en el gobierno y abrir cupos parlamentarios para los integrantes del conglomerado.
Todos los casos descritos, de acuerdos o desacuerdos afectan a las cúpulas dirigentes, lo que indica que las salidas buscadas, no han sido sometidas a ningún tipo de consulta con los movimientos sociales, se trata entonces de una crisis que se resuelve desde arriba o en el seno mismo de la red del poder.
El mundo social, pareciera transitar en un ámbito paralelo, donde por momentos surgen vasos comunicantes, pero luego se establece la distancia, la huelga de los profesores, los días de toma y posterior desalojo de los deudores habitacionales, son muestras de una estrategia supeditada muchas veces, a las demandas de salario y protección social, sin un capital político, el apoyo al gobierno de Bachelet, es un signo del vacío existente.
Desde lado opuesto de la historia, otro sector político el (MPT) propone una construcción desde la base, donde obviamente la acción directa (protesta, toma, huelga) será empleada las veces que se necesite, hay todavía un exceso de sobre carga ideológica, que tendrá que someterse al juicio social donde podrá depurarse y lograr un paso adelante, en su apuesta orgánica, nacional y popular.
Para los que están construyendo desde las redes del poder, los resultados de las elecciones, marcarán el inicio o el fin de una apuesta, la concertación clásica en unidad al Juntos Podemos se juega la vida, su versión maquillada tipo MATRIX en formato Enríquez Ominami, se medirá en terreno con sus pares. A diferencia de otras contiendas, aquí los perdedores, no tienen como ocultar nada.
Será la hora cero, donde las cúpulas expuestas más allá de su ombligo, tendrán la oportunidad histórica de ser reconocidas en su triunfo o tendrán que reconocer la más funesta de las derrotas.
Cruzando la cordillera el ex-presidente Nestor Kichner, ante el fracaso, tuvo la valentía de renunciar de inmediato a su liderazgo, la diferencia fue estrecha, dos o tres puntos, empate técnico se diría en Chile, pero las cosas les puedo asegurar no se prestarán para dobles lecturas.
En Chile extrañamente, los generales derrotados salvan ilesos, de cuanta batalla se les ponga por delante; y de seguro sean cuales sean los resultados de diciembre, tendrán sólo dos posibilidades lavar sus derrotas o esconder la cabeza, hasta que amaine la tormenta, porque no habrá renuncias, ni pasos al costado, ni delegación de mando.



jueves, 2 de julio de 2009

El diario de Agustín



por Omar Cid


El diario de Agustín, es la excusa de un grupo de periodistas para abordar de manera general, el comportamiento de la prensa y de sus profesionales durante la dictadura, y de modo particular la conducta del diario El Mercurio en esos años.
Se trata de una investigación ágil, amena, bien documentada que tiene la virtud de aglutinar fuentes de diversos tipos para lograr establecer ciertos criterios generales a modo de conclusiones sobrecogedoras.
Se confirma de manera irrefutable que el decano de la prensa nacional, no sólo mintió, sino que prestó todo su capital, incluyendo el humano, para derrocar un gobierno democrático y legitimar las persecuciones y asesinatos bajo el manto de un supuesto plan que resultó ser una ilusión, un mito fundador de la cacería contra los partidos de izquierda denominado (Plan Z).
Desde otra mirada, los investigadores aportan un punto de inicio a una reflexión todavía escasa, se trata de las claves culturales instaladas discursivamente desde el régimen dictatorial, es decir, la genealogía del temor, del orden, la censura y auto-censura, el control y finalmente la disciplina, explicada en la actitud de los profesionales de la prensa, pero extensiva hoy a la sociedad en su conjunto.
Este texto abre las puertas, para entender ciertos aspectos que explican el secuestro discursivo en que se encuentra la sociedad chilena.
A modo de sugerencia metodológica, propongo al lector ver en primer lugar el documental del mismo nombre y luego confrontarse con el discurso escrito.
La insinuación se justifica en un prejuicio, el libro con todas las bondades que exhibe, tiene una debilidad, busca un interlocutor que por momentos no es la sociedad, sino otro periodista y esa búsqueda de afirmación tiende a cerrar códigos de comunicación en vez de abrirlos.
Sin embargo, es un trabajo que vale la pena conocer y desmenuzar, porque deja una gran interrogante y desafío para la ciudadanía ¿Qué acuerdos permiten sostener un medio, que jugó un rol tan decisivo en la permanencia de la dictadura, hoy, en democracia? ¿Por qué la concertación y otros sectores no se han jugado por democratizar la prensa en Chile? ¿Acaso la información no influye en la libertad de las conciencias?

El diario de Agustín
Cinco estudios de casos sobre El Mercurio y los derechos humanos. (1973-1990)
LOM Ediciones
1ª Edición 2009
380 pag.
Editora: Claudia Lagos.
Paullette Dougnac, Elizabeth Harries, Claudio Salinas, Hans Stange, María José Vilches (investigadores)

miércoles, 1 de julio de 2009

El camino de Ganesha o la memoria de los elefantes



por Omar Cid

Elefante” de la poeta y profesora de literatura, Teresa Calderón, es un libro aparentemente simple, se divide en tres partes: Elefante, Palabra de elefante y Hay más.
El lenguaje escogido por la escritora, la ubica dentro de la tradición de la poesía latinoamericana, esa que rescató a Catulo, Marcial, entre otros. El aire conversacional del texto, busca generar un espacio de intimidad con el lector:

“Yo tenía 4 años
elefantita arrastrada
al Liceo de Niñas de la Serena”. (Pag. 16)
Se trata de un discurso unitario, organizado en Epigramas, por tanto abundante en sarcasmos, ironías y humor negro “La CIA piensa en Tarzán/ para ahuyentar/a la avanzada musulmana” (Pag.33) o “El único elefante estúpido/ los hay hasta en las mejores familias/ vive en Disney World” (Pag.44).
Sin embargo, su contenido no se agota en la estructura bien lograda, trae consigo una carga significativa, un juego de imágenes donde el elefante como símbolo aglutinador de experiencias -es por una parte- un guiño religioso al mundo hindú, personificado en Ganesha, hombre con cabeza de elefante y símbolo de la sabiduría y la inteligencia, en esa perspectiva el texto es un balance de época un re-encuentro con su propia historia.

“Alicia tenía 22
Yo tenía 23
y habíamos bebido mucho y dormido poco.
Parecía razonable que viéramos elefantes”
Así, la poeta se balancea por las redes de los recuerdos, como ese cántico infantil, que arrulla la piel tantas veces cambiada. Un elefante se balanceaba, sobre la tela de una araña…
En otro registro, el tópico elefante es una alegoría a la memoria personal, familiar y social, en contraposición a una variante de la modernidad que pretende día a día escapar de sus fantasmas. Agobiada por deudas de toda índole, insiste que mirar atrás es un ejercicio innecesario, porque estamos cargados de futuro, frente a esa postura, la autora y el texto reaccionan, resisten el afán avasallador de las calles desaparecidas, los barrios transformados, los muertos olvidados y sus criminales deambulando, por la iluminada noche santiaguina “Un hombre/ asesina elefantes/ sin medir consecuencias/ para el resto de la manada/ que se desata en estallidos dolientes”.
El paquidermo se transforma entonces, siguiendo a Jakobson, en un código de resistencia, contra la amnesia personal y social que ronda el ambiente, obligando en primer lugar a los cercanos al ejercicio de la reminiscencia “En el año 1944 mi padre tenía 14 años. / Miraba catálogos de las editoriales/en el invierno de los Ángeles/ creía saber donde quedaba/ el cementerio de los elefantes.” (Pag. 18)
Teresa Calderón, abre la puerta a su diario de vida, acompañada de esta figura animal, que nos guía con su andar pausado por los vaivenes familiares, se asume como una elefanta de mediana edad, dispuesta a realizar su balance de época “Y mi niñez/¿dónde quedó?/en qué rincón, luna mía,/tu clara alegría,/veredas que yo pisé?”.

Elefante
Teresa Calderón
Ril editores
Primera edición año 2008


Teresa Calderón nació en La Serena, en 1955, e integra una familia de escritores y poetas. Profesora de Literatura en las universidades Católica y Finis Terrae dirige actualmente talleres de poesía, cuento y autobiografía. Ha publicado Causas perdidas (poesía, 1984), Género femenino (poesía, 1989), Imágenes rotas (poesía, 1995), Veinticinco años de poesía chilena (antología, 1996, junto a Tomás Harris y Lila Calderón), No me arrepiento de nada (poesía, 1999), Aplausos para la memoria (poesía, 1999), Vida de perras (cuentos, 2000), Aventuras de Súper Inti y Analfabruja (novela, 2000), Esta mañana llovía a cántaros azules (novela, 2002), El tesoro de la bruma (novela, 2002), Amiga mía (novela, 2003), Súper Inti y el misterio del espejo (novela, 2004), Súper Inti y Serena atrapados en un portal (2008) y Elefante (poesía, 2008). Su obra figura en numerosas antologías de poesía chilena editadas en el país y en el extranjero.