CapitalCultural
Espacio de crítica,difusión y servicios literarios
martes, 13 de abril de 2010
sábado, 7 de noviembre de 2009
La columna o los incidentes de la poesía
Por Omar Cid
La columna es un conjunto de poemas que tienen como objetivo, levantar la voz del poeta contra la guerra y con ello sumarse a un conjunto de escritores que hacen de la realidad social, un motivo de creación.
El trabajo se inicia con una constatación “Bush y Saddam fueron a la batalla/ la madre de todas las batallas”.
Aquí el significante “Madre” de todas las batallas” adquiere un sentido poderoso. Sin embargo, la reiteración del código madre, en el verso cuarto hace perder fuerza restando al poema de un buen golpe de inicio.
En el segundo texto titulado: ENCUENTRO, el inicio retórico del primer verso “Si de pronto me encuentro”. Me parece juega en contra de la apuesta minimalista del mismo, desafiado ya a resolverse, en la enumeración bajo la clave del verbo desviar. Incluso la musicalidad de los versos quinto y sexto, se ven afectados, con un final de una bala entre paréntesis:
“desvío los ojos y los sentidos
desvío las horas los sonidos
(las balas igual penetraban en la carne)”
En cambio en el poema siguiente: HÉROE, el hablante lírico, logra el ritmo, la soltura deseada, expresándose desde la interpelación:
“Joven pelirrojo, con los ojos
desorbitados de Minnesota
entra desde tu pequeña luz y
llévatelos a la oscuridad que salvará
sus vidas”.
El poema central del libro titulado La Columna, marca la tónica de la crítica a la cultura de la muerte, expresada en su hábitat habitual como es la guerra, el cuestionamiento tiene dos ejes; la esperanza del amor y la fuerza de la naturaleza, no escapando a la solemnidad y pretensión de trascendencia:
“Estaremos juntos en la liberación
de los coigües
en la ronda de las araucarias
ascendiendo el Antillanca”.
“… porque los poemas de LA
COLUMNA serán usados contra
la guerra”
Lacámara, abre las puertas a la tradición de la poesía comprometida, lo hace desde el verso libre y empleando: Enumeraciones, encabalgamientos, metáforas, logrando una retórica poética que tiende a soltarse y equilibrar, la deuda asumida con el lector crítico. Sobre todo, en algunos pasajes donde la economía del lenguaje es el secreto a develar.
Finalmente, la columna -más allá de la denuncia- es un canto épico contra la guerra con un final adelantado y hermoso que deja sin piso posible al poema con que el poeta pretendió cerrar su trabajo:
“y será para nosotros
virgen irrepetible”
La Columna
Ediciones Cortina de Humo
Autor Reynaldo Lacámara
Primera Edición Diciembre 2008
La columna es un conjunto de poemas que tienen como objetivo, levantar la voz del poeta contra la guerra y con ello sumarse a un conjunto de escritores que hacen de la realidad social, un motivo de creación.
El trabajo se inicia con una constatación “Bush y Saddam fueron a la batalla/ la madre de todas las batallas”.
Aquí el significante “Madre” de todas las batallas” adquiere un sentido poderoso. Sin embargo, la reiteración del código madre, en el verso cuarto hace perder fuerza restando al poema de un buen golpe de inicio.
En el segundo texto titulado: ENCUENTRO, el inicio retórico del primer verso “Si de pronto me encuentro”. Me parece juega en contra de la apuesta minimalista del mismo, desafiado ya a resolverse, en la enumeración bajo la clave del verbo desviar. Incluso la musicalidad de los versos quinto y sexto, se ven afectados, con un final de una bala entre paréntesis:
“desvío los ojos y los sentidos
desvío las horas los sonidos
(las balas igual penetraban en la carne)”
En cambio en el poema siguiente: HÉROE, el hablante lírico, logra el ritmo, la soltura deseada, expresándose desde la interpelación:
“Joven pelirrojo, con los ojos
desorbitados de Minnesota
entra desde tu pequeña luz y
llévatelos a la oscuridad que salvará
sus vidas”.
El poema central del libro titulado La Columna, marca la tónica de la crítica a la cultura de la muerte, expresada en su hábitat habitual como es la guerra, el cuestionamiento tiene dos ejes; la esperanza del amor y la fuerza de la naturaleza, no escapando a la solemnidad y pretensión de trascendencia:
“Estaremos juntos en la liberación
de los coigües
en la ronda de las araucarias
ascendiendo el Antillanca”.
“… porque los poemas de LA
COLUMNA serán usados contra
la guerra”
Lacámara, abre las puertas a la tradición de la poesía comprometida, lo hace desde el verso libre y empleando: Enumeraciones, encabalgamientos, metáforas, logrando una retórica poética que tiende a soltarse y equilibrar, la deuda asumida con el lector crítico. Sobre todo, en algunos pasajes donde la economía del lenguaje es el secreto a develar.
Finalmente, la columna -más allá de la denuncia- es un canto épico contra la guerra con un final adelantado y hermoso que deja sin piso posible al poema con que el poeta pretendió cerrar su trabajo:
“y será para nosotros
virgen irrepetible”
La Columna
Ediciones Cortina de Humo
Autor Reynaldo Lacámara
Primera Edición Diciembre 2008
Reynaldo Lacámara (Santiago de Chile, 1956). Poeta. Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile. Ha publicado: La mortaja azul (antología, coautoría, 2003); Lota sobre la tierra (poesía, 2000); Pasajes de otro año (poesía, 1997); Quince poetas de Linares (antología, coautoría); Huellas urbanas (poesía, 1989). Ha publicado también en antologías y revistas literarias. Ha participado en diferentes encuentros internacionales de escritores, tanto en Chile, como en otros países.
viernes, 14 de agosto de 2009
La familia
por Omar Cid
El caso Riggs, que afectaba a la familia Pinochet, surge por un hecho que estremeció al mundo, la destrucción de las torres gemelas, tras un atentado que todavía se investiga.
Una de las primeras acciones del gobierno de EE.UU. fue investigar los movimientos bancarios y cuentas existentes en su país, es así, como los chilenos nos enteramos de la existencia de 22 millones de dólares repartidos en diversas cuentas en el extranjero, abiertas con nombres simulados, usando pasaportes falsos.
Bueno, todo esto quedó en el pasado y será parte del anecdotario de la familia Pinochet, porque el Servicio de Impuestos Internos -ese que no deja pasar una a los contribuyentes- no presentó ninguna querella por evasión tributaria, contra los familiares del ex –dictador, en resumen, el difunto es el único culpable y su esposa e hijos, se dedicaron estrictamente a gastar un dinero del cual no sabían cómo llegaba a sus manos.
Esta versión de los hechos, queda fuertemente cuestionada cuando los lectores tienen acceso al texto La Familia / historia privada de los Pinochet elaborada por Claudia Farfán y Fernando Vega, dos jóvenes periodistas con trayectoria en diferentes medios informativos del país.
Si bien la trama es presentada como una tragedia shakesperiana, tiene todos los ingredientes de ser más bien una gran comedia.
Los investigadores se adentran en el espacio privado del ex –dictador, su perfil sicológico y el de sus hijos: “Augusto Pinochet no solo fue un oficial de convicciones íntimas volubles, sino también un oficial que hizo del hermetismo su principal herramienta para abrirse un espacio en el alto mando castrense”.
La tesis central del libro, es la de analizar a una familia de clase media, que de un momento a otro pasa a ocupar un lugar determinante en la historia del país, producto del golpe de Estado contra el presidente constitucional Salvador Allende.
Los Pinochet-Hiriart, serían algo así como los Prometeos encadenados a la decisión de un padre que se suma a última hora, a la sedición golpista, para luego ostentar el cargo de mayor poder, generando una serie de vinculaciones económicas y de privilegios para su entorno, más cercano.
La figura del dictador queda reducida a la de un hombre timorato, lleno de contradicciones personales, sociales y políticas, con hijos que dependían en su mayoría del estipendio del padre.
La Familia
Autores Claudia Farfán y Fernando Vega
Random House Mondadori
Primera Edición, junio 2009
227 pag.
El caso Riggs, que afectaba a la familia Pinochet, surge por un hecho que estremeció al mundo, la destrucción de las torres gemelas, tras un atentado que todavía se investiga.
Una de las primeras acciones del gobierno de EE.UU. fue investigar los movimientos bancarios y cuentas existentes en su país, es así, como los chilenos nos enteramos de la existencia de 22 millones de dólares repartidos en diversas cuentas en el extranjero, abiertas con nombres simulados, usando pasaportes falsos.
Bueno, todo esto quedó en el pasado y será parte del anecdotario de la familia Pinochet, porque el Servicio de Impuestos Internos -ese que no deja pasar una a los contribuyentes- no presentó ninguna querella por evasión tributaria, contra los familiares del ex –dictador, en resumen, el difunto es el único culpable y su esposa e hijos, se dedicaron estrictamente a gastar un dinero del cual no sabían cómo llegaba a sus manos.
Esta versión de los hechos, queda fuertemente cuestionada cuando los lectores tienen acceso al texto La Familia / historia privada de los Pinochet elaborada por Claudia Farfán y Fernando Vega, dos jóvenes periodistas con trayectoria en diferentes medios informativos del país.
Si bien la trama es presentada como una tragedia shakesperiana, tiene todos los ingredientes de ser más bien una gran comedia.
Los investigadores se adentran en el espacio privado del ex –dictador, su perfil sicológico y el de sus hijos: “Augusto Pinochet no solo fue un oficial de convicciones íntimas volubles, sino también un oficial que hizo del hermetismo su principal herramienta para abrirse un espacio en el alto mando castrense”.
La tesis central del libro, es la de analizar a una familia de clase media, que de un momento a otro pasa a ocupar un lugar determinante en la historia del país, producto del golpe de Estado contra el presidente constitucional Salvador Allende.
Los Pinochet-Hiriart, serían algo así como los Prometeos encadenados a la decisión de un padre que se suma a última hora, a la sedición golpista, para luego ostentar el cargo de mayor poder, generando una serie de vinculaciones económicas y de privilegios para su entorno, más cercano.
La figura del dictador queda reducida a la de un hombre timorato, lleno de contradicciones personales, sociales y políticas, con hijos que dependían en su mayoría del estipendio del padre.
La Familia
Autores Claudia Farfán y Fernando Vega
Random House Mondadori
Primera Edición, junio 2009
227 pag.
lunes, 20 de julio de 2009
Tierra y escritura
por: Omar Cid
Las vertientes post-modernas conservadoras del análisis literario, han puesto énfasis en la importancia del texto poético, como un objeto cultural globalizado, excluyendo al sujeto creador y su historia.
Si hay algo que distingue al llamado pos- estructuralismo, es su abandono a las cargas de responsabilidad que el arte y la literatura asumían en su sentido moderno, es decir, la relación que se produce entre creación y factores como: la vida, la sociedad, el mundo.
Para los hijos de la pos-modernidad literaria, la crítica no es más que un dispositivo de los llamados "juegos del lenguaje" ubicados en el terreno de lo estético.
La muerte del sujeto expresada por Michel Foucault, se entendió como la necesidad de indagar en los archivos, en la letra, enterrando una de sus lecturas más electrizantes, entender el fenómeno moderno, como un proceso de exterminio del factor humano.
En este contexto social y cultural, la obra poética de Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral) nacida en Vicuña, en los terruños de Coquimbo el 7 de abril de 1889, es una piedra en el zapato o dicho de manera académica, es un agente teórico que atenta contra las lecturas pos-modernas y globalizadas, de lo que se entiende por producción literaria.
No se trata de excluirla de las antologías, como lo hicieran los vanguardistas Volodia y Anguita, el problema es desde donde analizar su obra, ¿Es posible hacerlo solamente desde el código? La propia Gabriela cierra las puertas a esa posibilidad, en los Cursos de Verano efectuados en Montevideo durante 1931[i].
En ese relato cuenta a los asistentes sobre su modo de escribir, las horas en que puede hacerlo, los lugares que escoge para lograr el fin deseado, lo hace, con el oficio y la decisión de quien no desea ser interrumpida…sin embargo, hay una parte del relato que establece una unidad casi monolítica en su estilo y que termina ligándola a la tierra, su tierra, guardada en una bolsa de plástico y que la acompañó durante los largos años de su estancia en otros países “Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible, queda en lo que hago, sea verso o sea prosa”.
¿Es posible hablar de Gabriela y excluir el valle del Elqui, Monte Grande? A mi juicio estamos en presencia de una mujer que fue parte de una transición cultural, social y política y ello se traduce también en sus escritos.
La voz de Gabriela, es en principio el vocablo de la tradición, no la que se refiere en forma repetitiva al pasado, se trata del concepto explorado por Gadamer[ii] a partir de las lecturas de Heidegger, Gabriela era en sí misma -un ser-en la tradición- una habitante de la naturaleza y del proyecto de compresión humano:
“A beber luz en la colina
te pusieron por lirio abierto
y te cae una mano fina
hacia el álamo de mi huerto”
(Extracto del poema: A la virgen de Colina, Texto Desolación)
O en su sentido más existencial: “Esta alma de mujer viril y delicada, /dulce en la gravedad, severa en el amor,/ es una encina espléndida de sombra perfumada,/ por cuyos brazos rudos trepara un mirto en flor”. (Poema La Encina, Del texto Desolación)
Pero su interpretación de la realidad no se agota ahí, su propia búsqueda de la palabra es un esfuerzo moderno de auto-reflexión -en ese sentido- la campesina, la muchachita criada en los alrededores de Coquimbo, se levanta con un proyecto propio.
Defiende su condición de mujer, de escritora incipiente en los medios de la comarca, defiende su sustento con el oficio de educadora, para luego (muy tarde) ser reconocida como maestra.
El chile patriarcal, terrateniente y oligárquico cierra sus puertas a la mujer de origen humilde, la modernidad bajo los ojos de los socialismos nacientes la desconocen, “tanto canto a lo divino, les quita el sueño”.
No quiere correr la suerte de los profetas y emigra, sin embargo, su único domicilio es el de la infancia[iii].
Pero eso no la aleja del mundo, su compromiso es abierto, la educación va a jugar un papel fundamental para unir voluntades, viaja a México, recorre América Latina, solidariza con los pobres del continente.
Recién en 1951 se le otorga el premio Nacional de literatura, téngase presente que en 1945 la academia sueca la premia con el Nobel literario, tuvieron que pasar largos seis años, para que los señores de las letras chilenas la reconocieran. Su salud en ese periodo era delicada y se excusa de no asistir a recibirlo, pero en su mente se encuentra la tierra natal y dona la totalidad del premio a los niños del valle de Elqui, es decir, devuelve en un mudo gesto, el don que cultivó con sus manos e intelecto.
¿Puede estudiarse la poesía de Gabriela, descartando el sentido místico del entorno de la infancia? Una de las particularidades de Monte Grande, es la conexión que se produce entre el hombre y el silencio, entre el hombre y la sequedad del entorno. Incluso hoy, con toda la tecnología existente, el viaje tiende a languidecer los sentidos.
Para quienes están acostumbrados al murmullo de la ciudad, a la poesía del ombligo escrita en los rincones del parque forestal, visitar el valle del Elqui, es recién comenzar a entender el largo camino de la niña que quería ser profesora y terminó siendo poeta.
En Tala, la mujer instalada y reconocida emite un susurro: “Quiero volver a tierras niñas” el mundo la acoge, pero en su corazón sufre el extrañamiento.
Gabriela, la mujer de América, sabe que tiene una pertenencia, se reconoce como campesina de un lugar donde el agua y cada árbol reciben la veneración de los hombres y las mujeres, porque lo demás es la soledad de las tierras desérticas, del monte esquivo.
Su misticismo no sólo es natural, tiene una fuente religiosa, el catolicismo, ese de la espiritualidad franciscana, no se siente bien en las grandes catedrales, prefiere las iglesias de pueblo, las pequeñas capillas.
“No remuevas la tierra. Deja, mansa
la mano y el arado; echa las mieses
cuando ya nos devuelvan la esperanza,
que aún jesús padece”.
(Del poema Viernes Santo, Texto Desolación)
En 1960, tres años después de su muerte, sus restos son trasladados al lugar donde comenzó su idilio con la poesía, Monte Grande, era su voluntad, con ello se cumplía el periplo. Ulises, en versión femenina volvía al terruño y Penélope sigue tejiendo versos en el silencio de la noche.
[i] “Yo escribo sobre mis rodillas y la mesa de escritorio nunca me sirvió de nada, ni en Chile, ni en París, ni en Lisboa.
Escribo de mañana o de noche, y la tarde no me ha dado nunca inspiración, sin que yo entienda la razón de su esterilidad o de su mala gana para mí…
Creo no haber hecho jamás un verso en cuarto cerrado ni en cuarto cuya ventana diese a un horrible muro de casa; siempre me afirmo en un pedazo de cielo, que Chile me dio azul y Europa me da borroneado. Mejor se ponen mis humores si afirmo mis ojos viejos en una masa de árboles.
Escribo sin prisa, generalmente, y otras con una rapidez vertical de rodado de piedras en la Cordillera. Me irrita, en todo caso, pararme, y tengo siempre al lado, cuatro o seis lápices con punta porque soy bastante perezosa, y tengo el hábito regalón de que me den todo hecho, excepto los versos.
En el tiempo en que yo me peleaba con la lengua, exigiéndole intensidad, me solía oír, mientras escribía, un crujido de dientes bastante colérico, el rechinar de la lija sobre el filo romo del idioma.
Corrijo bastante más de lo que la gente puede creer, leyendo unos versos que aún así se me quedan bárbaros. Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible, queda en lo que hago, sea verso o sea prosa”
[ii] Heidegger y la tradición filosófica en Gadamer, Luís Enrique de Santiago, Universidad de Málaga “El «proyecto arrojado» que es el Dasein no debe desvincularse de la tradición. De ahí que la definición heideggeriana del Dasein como «ser-en-el-mundo» se «traduzca» ahora desde la hermenéutica de Gadamer como un «ser-en-tradición», fundamento de la comprensión y del autoconocimiento del hombre.
[iii] Continuo viviendo a la caza de la lengua infantil, la persigo desde mi destierro del idioma, que dura ya veinte años (Petrópolis, Brasil,1945)
Las vertientes post-modernas conservadoras del análisis literario, han puesto énfasis en la importancia del texto poético, como un objeto cultural globalizado, excluyendo al sujeto creador y su historia.
Si hay algo que distingue al llamado pos- estructuralismo, es su abandono a las cargas de responsabilidad que el arte y la literatura asumían en su sentido moderno, es decir, la relación que se produce entre creación y factores como: la vida, la sociedad, el mundo.
Para los hijos de la pos-modernidad literaria, la crítica no es más que un dispositivo de los llamados "juegos del lenguaje" ubicados en el terreno de lo estético.
La muerte del sujeto expresada por Michel Foucault, se entendió como la necesidad de indagar en los archivos, en la letra, enterrando una de sus lecturas más electrizantes, entender el fenómeno moderno, como un proceso de exterminio del factor humano.
En este contexto social y cultural, la obra poética de Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral) nacida en Vicuña, en los terruños de Coquimbo el 7 de abril de 1889, es una piedra en el zapato o dicho de manera académica, es un agente teórico que atenta contra las lecturas pos-modernas y globalizadas, de lo que se entiende por producción literaria.
No se trata de excluirla de las antologías, como lo hicieran los vanguardistas Volodia y Anguita, el problema es desde donde analizar su obra, ¿Es posible hacerlo solamente desde el código? La propia Gabriela cierra las puertas a esa posibilidad, en los Cursos de Verano efectuados en Montevideo durante 1931[i].
En ese relato cuenta a los asistentes sobre su modo de escribir, las horas en que puede hacerlo, los lugares que escoge para lograr el fin deseado, lo hace, con el oficio y la decisión de quien no desea ser interrumpida…sin embargo, hay una parte del relato que establece una unidad casi monolítica en su estilo y que termina ligándola a la tierra, su tierra, guardada en una bolsa de plástico y que la acompañó durante los largos años de su estancia en otros países “Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible, queda en lo que hago, sea verso o sea prosa”.
¿Es posible hablar de Gabriela y excluir el valle del Elqui, Monte Grande? A mi juicio estamos en presencia de una mujer que fue parte de una transición cultural, social y política y ello se traduce también en sus escritos.
La voz de Gabriela, es en principio el vocablo de la tradición, no la que se refiere en forma repetitiva al pasado, se trata del concepto explorado por Gadamer[ii] a partir de las lecturas de Heidegger, Gabriela era en sí misma -un ser-en la tradición- una habitante de la naturaleza y del proyecto de compresión humano:
“A beber luz en la colina
te pusieron por lirio abierto
y te cae una mano fina
hacia el álamo de mi huerto”
(Extracto del poema: A la virgen de Colina, Texto Desolación)
O en su sentido más existencial: “Esta alma de mujer viril y delicada, /dulce en la gravedad, severa en el amor,/ es una encina espléndida de sombra perfumada,/ por cuyos brazos rudos trepara un mirto en flor”. (Poema La Encina, Del texto Desolación)
Pero su interpretación de la realidad no se agota ahí, su propia búsqueda de la palabra es un esfuerzo moderno de auto-reflexión -en ese sentido- la campesina, la muchachita criada en los alrededores de Coquimbo, se levanta con un proyecto propio.
Defiende su condición de mujer, de escritora incipiente en los medios de la comarca, defiende su sustento con el oficio de educadora, para luego (muy tarde) ser reconocida como maestra.
El chile patriarcal, terrateniente y oligárquico cierra sus puertas a la mujer de origen humilde, la modernidad bajo los ojos de los socialismos nacientes la desconocen, “tanto canto a lo divino, les quita el sueño”.
No quiere correr la suerte de los profetas y emigra, sin embargo, su único domicilio es el de la infancia[iii].
Pero eso no la aleja del mundo, su compromiso es abierto, la educación va a jugar un papel fundamental para unir voluntades, viaja a México, recorre América Latina, solidariza con los pobres del continente.
Recién en 1951 se le otorga el premio Nacional de literatura, téngase presente que en 1945 la academia sueca la premia con el Nobel literario, tuvieron que pasar largos seis años, para que los señores de las letras chilenas la reconocieran. Su salud en ese periodo era delicada y se excusa de no asistir a recibirlo, pero en su mente se encuentra la tierra natal y dona la totalidad del premio a los niños del valle de Elqui, es decir, devuelve en un mudo gesto, el don que cultivó con sus manos e intelecto.
¿Puede estudiarse la poesía de Gabriela, descartando el sentido místico del entorno de la infancia? Una de las particularidades de Monte Grande, es la conexión que se produce entre el hombre y el silencio, entre el hombre y la sequedad del entorno. Incluso hoy, con toda la tecnología existente, el viaje tiende a languidecer los sentidos.
Para quienes están acostumbrados al murmullo de la ciudad, a la poesía del ombligo escrita en los rincones del parque forestal, visitar el valle del Elqui, es recién comenzar a entender el largo camino de la niña que quería ser profesora y terminó siendo poeta.
En Tala, la mujer instalada y reconocida emite un susurro: “Quiero volver a tierras niñas” el mundo la acoge, pero en su corazón sufre el extrañamiento.
Gabriela, la mujer de América, sabe que tiene una pertenencia, se reconoce como campesina de un lugar donde el agua y cada árbol reciben la veneración de los hombres y las mujeres, porque lo demás es la soledad de las tierras desérticas, del monte esquivo.
Su misticismo no sólo es natural, tiene una fuente religiosa, el catolicismo, ese de la espiritualidad franciscana, no se siente bien en las grandes catedrales, prefiere las iglesias de pueblo, las pequeñas capillas.
“No remuevas la tierra. Deja, mansa
la mano y el arado; echa las mieses
cuando ya nos devuelvan la esperanza,
que aún jesús padece”.
(Del poema Viernes Santo, Texto Desolación)
En 1960, tres años después de su muerte, sus restos son trasladados al lugar donde comenzó su idilio con la poesía, Monte Grande, era su voluntad, con ello se cumplía el periplo. Ulises, en versión femenina volvía al terruño y Penélope sigue tejiendo versos en el silencio de la noche.
[i] “Yo escribo sobre mis rodillas y la mesa de escritorio nunca me sirvió de nada, ni en Chile, ni en París, ni en Lisboa.
Escribo de mañana o de noche, y la tarde no me ha dado nunca inspiración, sin que yo entienda la razón de su esterilidad o de su mala gana para mí…
Creo no haber hecho jamás un verso en cuarto cerrado ni en cuarto cuya ventana diese a un horrible muro de casa; siempre me afirmo en un pedazo de cielo, que Chile me dio azul y Europa me da borroneado. Mejor se ponen mis humores si afirmo mis ojos viejos en una masa de árboles.
Escribo sin prisa, generalmente, y otras con una rapidez vertical de rodado de piedras en la Cordillera. Me irrita, en todo caso, pararme, y tengo siempre al lado, cuatro o seis lápices con punta porque soy bastante perezosa, y tengo el hábito regalón de que me den todo hecho, excepto los versos.
En el tiempo en que yo me peleaba con la lengua, exigiéndole intensidad, me solía oír, mientras escribía, un crujido de dientes bastante colérico, el rechinar de la lija sobre el filo romo del idioma.
Corrijo bastante más de lo que la gente puede creer, leyendo unos versos que aún así se me quedan bárbaros. Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible, queda en lo que hago, sea verso o sea prosa”
[ii] Heidegger y la tradición filosófica en Gadamer, Luís Enrique de Santiago, Universidad de Málaga “El «proyecto arrojado» que es el Dasein no debe desvincularse de la tradición. De ahí que la definición heideggeriana del Dasein como «ser-en-el-mundo» se «traduzca» ahora desde la hermenéutica de Gadamer como un «ser-en-tradición», fundamento de la comprensión y del autoconocimiento del hombre.
[iii] Continuo viviendo a la caza de la lengua infantil, la persigo desde mi destierro del idioma, que dura ya veinte años (Petrópolis, Brasil,1945)
jueves, 16 de julio de 2009
Pre-textos y obras incompletas
por: Omar Cid
*EXTRAVIADA
Las veces que he pasado por calle Ecuador,
bajo el argumento de las fotocopias.
Un aire de premonición y desvarío,
una sensación de nicho natural
gotea por la espalda.
[ Tus huellas de hoja y tierra
dejaron de saludarme,
y el reloj de arena
golpea la cajita de la memoria.]
Una gitana contempla
la bitácora de mis manos.
Con su sabiduría de runas,
confirma el extravío y la extraviada.
Denuncia con frialdad,
la ejecución inoficiosa
de recolectar los restos de tiza,
con los que alguna vez
escribí tu nombre.
*Del texto “Estrategia o la fiesta de los heterónimos” año 2001
*INCITACIÓN A MI BARRIO EDEN
Las redes originarias de los años,
cruzan la encrucijada de las estrellas.
Las paredes descascarándose,
me hablan de infancias descarriadas,
en el paraíso hilachento
donde la tarde, nos espera.
Ahora, todo se cubre de cemento en calle Balmaceda,
y el olor del vino extravió su hálito,
el canal que cruzaba el patio lo han secado,
Los paltos, los granados,
se perdieron en alguna chimenea.
La tierra entumece las mañanas de mayo,
pronunciando su destierro;
y temo que tu huella y mi huella no sean sino,
la corrupción de la memoria
y el barrio, una labor curiosa de especialistas.
Dispuestos a rescatar trozos de la patria.
*Del texto “Estrategia o la fiesta de los heterónimos” año 2001
*9 de Octubre de 1992
23:15
Sentía el dolor
de la sombra ocupando el espacio.
Y las lecturas no fueron tranquilas
-como antes-.
Medí por cuartas la ratonera,
dibujé y escribí,
distinguiendo la otredad de los silencios.
Sentí como los brazos
y las piernas se duermen,
cuando imaginaba estar en tu lecho
dormitando.
Limpie el sudor de la pena,
en la pública sumisión,
del cuerpo recluido.
*Del texto Estrategia o la fiesta de los heterónimos
*Simplemente los niños
Esos niños recogen basura
sus manos deambulan por nuestra intimidad
recorren sin escozor / los papeles que quisiéramos esconder
sacuden nuestras menudencias
desde el cepillo viejo hasta el pan desbordado por hongos
son así / cumplen la labor extrema del retorno
Desde el basurero / jamás nos miran
sus ojillos se pierden en la inmensidad de los despojos
Nosotros no quisiéramos verles allí
los mandaríamos a la escuela
a beber leche caliente / en el alero materno
Pero nuestra basura
necesita manos pequeñas
seleccionadoras prolijas
de lo útil lo Re-tornable
porque las cosas funcionan así
siempre hay otros / recogiendo sobras del mundo
y nuestras manos buscan entre calzones y calcetines
de algún gringo / su medida
A veces encontramos en un libro
el destello alicaído de una metáfora
en la inmensidad de los despojos
Y ellos / no quisieran vernos allí / nos mandarían a beber
nuestra leche
a leer / nuestros libros
para que dejemos tranquilos / sus basureros
ligeramente globalizados
*Del texto estrategia o la fiesta de los heterónimos
*Pequeña Cofradía
Jugábamos a ser la pequeña cofradía,
protegida en las calles de Matucana.
Nos sorprendió un verano, un invierno…
Nos mordió el trasero la lucha de clases.
Nos comió la noche, con su jugosa entrepierna.
Ni siquiera conseguimos
abrir un puesto de recados
con el infinito.
Teníamos miedo,
terror a las casetas,
los trámites
y muy especialmente a nosotros mismos.
Por eso, nunca escribimos novelas
o discursos convincentes.
Quedamos pálidos;
ante el frío de la poesía,
agarrotados compartiendo su lecho.
Buscábamos el calor de un seno,
una espalda,
peñiscando la mujer del prójimo.
Gastando las pocas monedas
en la industria del desamor.
*Del Texto “La Escuela de Matucana”
*La Escuela de Matucana
Queríamos llegar a Frankfurt,
y no teníamos otra cosa
que un pasaje a Matucana.
Meamos, cada paradero.
Manoseamos paredes y esquinas,
escribiendo como un par-pa-de-o
un guiño
una exaltaciónnnnnnn.
Conocimos las cunetas cual ciego
recién ingresado al club mendicante.
La hoja en blanco para nosotros
fue una mancha de baba y sangre.
Hicimos recorridos necesarios
de lecturas innecesarias.
Terminamos como tantos
en un mostrador
una vitrina
Estrujando las tripas en un pub
condenados a la relectura.
*Del texto La Escuela de Matucana
*Pequeñas estrategias
El horror de la noche
con su fraudulenta jugada.
Los mimos,
cogen las últimas monedas,
los payasos ríen
al ritmo de los cánticos evangélicos.
Armado de pantalón y camisa
-como los otros-
diseño y desarmo
las pequeñas estrategias
llamándolas
el lado B de la poética.
*Del Texto La Escuela de Matucana
* “Todo lo sólido se disuelve en el aire”
C. Marx
El Colegio Latinoamericano
ya no existe.
Los leones 1401
es ahora un conjunto de departamentos.
Manuel Guerrero*,
ya no espera a sus niños;
y el ruido del helicóptero de esa mañana del 29 de marzo,
se perdió, en los quehaceres de la carne.
Marx, tenías razón:
“Todo lo sólido, se disuelve en el aire”.
Pero, la fragilidad de la coherencia permanece.
Nadie, podrá recordar el nombre de uno sólo de sus asesinos,
los llamarán de modo genérico: “criminales”.
A pesar de eso,
la sala vacía / espera.
Los niños de esa época / esperan,
verte ingresar silbando,
con el libro bajo el brazo.
*Del Texto “Cartas de un sobreviviente de la rebelión popular a un renegado de la UP” año 2008 próximo a publicarse.
*Manuel Guerrero Ceballos, dirigente del colegio de profesores de Chile, fue secuestrado junto a José Manuel Parada (sociólogo y apoderado), de las puertas del Colegio Latinoamericano de Integración el día 29 de Marzo de 1985, siendo asesinados en las cercanías del aeropuerto de Santiago.
*Yo Torturador
Aquí yace Osvaldo Romo*
TORTURADOR
Llegaré al nicho solo
-poco importa-.
Cárguenme los muertos que quieran,
estoy orgulloso.
Yo, héroe y maldito cierro la boca.
Transité por los juzgados
dando explicaciones.
Mientras, los cerca de 2000 agentes de la DINA*,
me verán por las pantallas,
bebiendo una cerveza
y rascándose el ombligo.
*Del Texto “Cartas de un sobreviviente de la rebelión popular a un renegado de la UP”
*Osvaldo Romo Mena, fue parte de los organismos de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet, donde destacó en su labor de torturador.
*Primer organismo de seguridad de la dictadura, fue disuelta luego del asesinato en Nueva York, del ex -canciller en Estados Unidos (de Salvador Allende) Orlando Letelier y de su secretaria.
con su fraudulenta jugada.
Los mimos,
cogen las últimas monedas,
los payasos ríen
al ritmo de los cánticos evangélicos.
Armado de pantalón y camisa
-como los otros-
diseño y desarmo
las pequeñas estrategias
llamándolas
el lado B de la poética.
*Del Texto La Escuela de Matucana
* “Todo lo sólido se disuelve en el aire”
C. Marx
El Colegio Latinoamericano
ya no existe.
Los leones 1401
es ahora un conjunto de departamentos.
Manuel Guerrero*,
ya no espera a sus niños;
y el ruido del helicóptero de esa mañana del 29 de marzo,
se perdió, en los quehaceres de la carne.
Marx, tenías razón:
“Todo lo sólido, se disuelve en el aire”.
Pero, la fragilidad de la coherencia permanece.
Nadie, podrá recordar el nombre de uno sólo de sus asesinos,
los llamarán de modo genérico: “criminales”.
A pesar de eso,
la sala vacía / espera.
Los niños de esa época / esperan,
verte ingresar silbando,
con el libro bajo el brazo.
*Del Texto “Cartas de un sobreviviente de la rebelión popular a un renegado de la UP” año 2008 próximo a publicarse.
*Manuel Guerrero Ceballos, dirigente del colegio de profesores de Chile, fue secuestrado junto a José Manuel Parada (sociólogo y apoderado), de las puertas del Colegio Latinoamericano de Integración el día 29 de Marzo de 1985, siendo asesinados en las cercanías del aeropuerto de Santiago.
*Yo Torturador
Aquí yace Osvaldo Romo*
TORTURADOR
Llegaré al nicho solo
-poco importa-.
Cárguenme los muertos que quieran,
estoy orgulloso.
Yo, héroe y maldito cierro la boca.
Transité por los juzgados
dando explicaciones.
Mientras, los cerca de 2000 agentes de la DINA*,
me verán por las pantallas,
bebiendo una cerveza
y rascándose el ombligo.
*Del Texto “Cartas de un sobreviviente de la rebelión popular a un renegado de la UP”
*Osvaldo Romo Mena, fue parte de los organismos de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet, donde destacó en su labor de torturador.
*Primer organismo de seguridad de la dictadura, fue disuelta luego del asesinato en Nueva York, del ex -canciller en Estados Unidos (de Salvador Allende) Orlando Letelier y de su secretaria.
Literatura chilena y cambio social. Un caso de desarrollo frustrado
por: Omar Cid
La necesidad de un nuevo marco de referencias
Un número no despreciable respingará la nariz y tendrán la delicadeza de subrayarme que la era de los meta-relatos, las vanguardias, los ensayos sociales y culturales de cualquier tipo son material de archivo. Para ellos, lo importante es el texto “la producción en sí”. Con todas esas objeciones a cuestas, escribir sobre literatura chilena y cambio social, proponiendo un eslabón distinto de análisis capaz de superar o al menos desplazar las categorías de sujeto-objeto, son razones suficientes para que cualquier lector entendido, cambie de página.
He querido evitar el vocablo paradigma, sin embargo en estos largos años de lector -tanto pasivo como activo- de antologías nacionales, he ido percibiendo y a estas alturas atragantándome, con casi los mismos textos, no importando los compiladores. Una de las razones que explican dicho estado de cosas, radica en los sustentos teóricos que justifican tales trabajos, todos tienen un norte, la pretensión de ser capaces de ordenar “lo bello” entendido como placer para la vista y los oídos o en un nivel superior identificándolo con su estado trascendente y espiritual (Platón).
El paraguas metodológico y epistémico de Feyerabend en su ya célebre tratado “Contra el método; esquema de una teoría anarquista del conocimiento” propone frente al fenómeno estético lo siguiente “La actividad de la razón es crecimiento y en ese crecimiento tiene un papel central la imaginación. Cada símbolo es una cosa viva, en un sentido muy estricto y no como mera metáfora. El cuerpo del símbolo cambia lentamente, pero su significado crece de modo inevitable, incorporando nuevos elementos y desechando otros viejos". En Chile, este dinamismo, esta puerta abierta a otras visiones se encuentra cerrada, más allá de las pretensiones elaboradas desde las corrientes semióticas, estructuralistas que refrescaron en su momento el panorama cultural, finalmente, han sido reproductoras del mismo principio de orden, generando un discurso social de la belleza, donde “el arte por el arte” no es otra cosa que el fácil tránsito de la elaboración literaria a los círculos de producción y mercado.
Plantearse entonces un nuevo orden referencial en el lenguaje, implica sumarse entre otros a Felix Guattari, en su cuestionamiento de los paradigmas estéticos, subvirtiendo la unidad de producción de valores capitalistas, se trata del principio de la alteridad y por tanto de la recuperación de la ética, como elemento de análisis y de redescubrimiento de la importancia de la creación, de la auto-fundación y del compromiso ético que conlleva. (Ver Guattari, El paradigma estético, entrevista con Fernando Urribarri, nov. 1991) .
Una segunda mirada que puede aportar a la elaboración de una nueva y rejuvenecida perspectiva estética, la aporta el ideario cínico que asoma en el contexto del descrédito de las utopías, bajo el desencanto del modelo estético neo-liberal y proponiendo un punto de fuga a su capacidad de reproducción y alienación, optando por el camino autárquico, antes que el dormitar embrutecido del imperio del consumo. Autores como el propio Diógenes y muy especialmente Peter Sloterdijk, filósofo alemán de connotada trayectoria son referencias para este camino. Para ambas corrientes de opinión, la historia juega un papel determinante, uno de los grandes vacíos que se expresa en las antologías y en general en los trabajos de esa índole, es la ausencia del factor histórico, en el proceso creativo.
Algo de historia
Los procesos independentistas, tuvieron en la pluma un fuerte aliado, las cartas de los libertadores, la alianza temprana entre una estética racionalista resumida en los colores patrios, la música, los uniformes, más un organismo de difusión como la “La Aurora de Chile” desembocaron en una corriente crítica por supuesto ligada a la elite criolla.
En 1860, “La lira popular” era un instrumento donde los poetas y los cantores populares - comentaban con su mirada- se trataba de pliegos sueltos, destinados a comentar los hechos de cierta relevancia de la vida nacional, con el objetivo de venderlos en mercados y lugares concurridos.
Allí el humor, el ingenio y la crítica social eran una herramienta discursiva de vital importancia. Hasta 1920, ocupó un lugar en la memoria del pueblo chileno, el historiador Maximiliano Salinas, realizó un trabajo de investigación en torno a la influencia de lo literario popular, en el ámbito de lo sacro, como de construcción de conciencia social, publicado en revista Araucaria (1986) y titulado “El bandolero chileno del siglo XIX. Su imagen en la sabiduría popular”. De ahí se extrae este texto.
Los Húsares de la muerte
fueron creados por él
y en Maipo peleó sin hiel
pero con gloriosa suerte;
después aquel brazo fuerte
por carrerista sincero
fue de un modo traicionero
muerto por un argentino.
y así murió el jefe fino
que humilló al godo altanero.
Puede que esté lejos de ser un verso bien logrado, puede que no cumpla con todas las formalidades que el decálogo de los poetas exige, lo más probable es que no se encuentre a la altura de compartir, hojas con nombres como los de Huidobro, Parra o Zurita, pero las diez líneas anónimas citadas, son la fotografía de un momento histórico, son el grito de los condenados a muerte de la historia y en ese sentido trascienden tanto o más que cualquiera de los poetas públicamente reconocidos.
A principios del siglo XX, autores como Víctor Domingo Silva, Cosme Damian Lagos, conformaron un sustento valioso al movimiento obrero naciente, acompañando a Recabarren en el nacimiento de la prensa obrera.
La llamada literatura social de Baldomero Lillo, Nicomedes Guzmán, son un aporte desde el momento que el sujeto a retratar era el obrero, en sus alegrías y pesares, ingresando a la vedada mina, como al dormitorio de su casa.
Sin embargo, la valoración estética de estos autores siempre estuvo en tela de juicio, como “El Canto General” de Neruda y la producción literaria de la generación de los ochenta, marcada por la existencia de la dictadura.
Frustración y estancamiento, son palabras acordes cuando se intenta retratar la situación de la literatura y su vinculación con el cambio social, frustración porque; la elaboración discursiva que da cuenta o propone desde su estrategia, alguna sensibilidad que escape a la de los placeres, los sufrimientos inconmensurables por la falta de una cerveza o la página en blanco, son rápidamente tachados de panfletos, de propaganda, o sea, pseudo-arte.
Bajo esa misma premisa, los autores de la diáspora, por el solo hecho de pertenecer a ese registro, se encuentran sancionados, primero por quiénes en un arrebato de pureza, los pasan y repasan por el filtro de la evaluación a-social de sus textos, luego por quiénes cuidan el negocio y sus pequeñas trincheras de supervivencia, para todos ellos, abrir nuevas posibilidades de análisis, podría significar validar ámbitos de competencia innecesaria.
El estancamiento intelectual entonces, tiene sus raíces en la búsqueda de una seguridad y el mantenimiento de un orden -que se puede de vez en cuando atacar- para que todo continúe del mismo modo, la analogía que retrata de mejor forma este momento, es el largo proceso político de post-dictadura, donde los poderes fácticos han logrado salir airosos, en desmedro de las demandas democratizadoras de la gran mayoría del país, del mismo modo, en las esferas de los comentarios literarios y de la crítica periodística del rubro, los avances son casi nulos, las voces se han multiplicado, pero los sustentos teóricos que permiten sus elaboraciones, no dan cuenta ni de las discusiones filosóficas actuales, ni mucho menos de las nuevas miradas al fenómeno estético, donde en algunos casos, la vuelta al sujeto y a su entorno, son elementos de importancia a la hora de configurar y validar un producto, un esfuerzo creativo.
La necesidad de un nuevo marco de referencias
Un número no despreciable respingará la nariz y tendrán la delicadeza de subrayarme que la era de los meta-relatos, las vanguardias, los ensayos sociales y culturales de cualquier tipo son material de archivo. Para ellos, lo importante es el texto “la producción en sí”. Con todas esas objeciones a cuestas, escribir sobre literatura chilena y cambio social, proponiendo un eslabón distinto de análisis capaz de superar o al menos desplazar las categorías de sujeto-objeto, son razones suficientes para que cualquier lector entendido, cambie de página.
He querido evitar el vocablo paradigma, sin embargo en estos largos años de lector -tanto pasivo como activo- de antologías nacionales, he ido percibiendo y a estas alturas atragantándome, con casi los mismos textos, no importando los compiladores. Una de las razones que explican dicho estado de cosas, radica en los sustentos teóricos que justifican tales trabajos, todos tienen un norte, la pretensión de ser capaces de ordenar “lo bello” entendido como placer para la vista y los oídos o en un nivel superior identificándolo con su estado trascendente y espiritual (Platón).
El paraguas metodológico y epistémico de Feyerabend en su ya célebre tratado “Contra el método; esquema de una teoría anarquista del conocimiento” propone frente al fenómeno estético lo siguiente “La actividad de la razón es crecimiento y en ese crecimiento tiene un papel central la imaginación. Cada símbolo es una cosa viva, en un sentido muy estricto y no como mera metáfora. El cuerpo del símbolo cambia lentamente, pero su significado crece de modo inevitable, incorporando nuevos elementos y desechando otros viejos". En Chile, este dinamismo, esta puerta abierta a otras visiones se encuentra cerrada, más allá de las pretensiones elaboradas desde las corrientes semióticas, estructuralistas que refrescaron en su momento el panorama cultural, finalmente, han sido reproductoras del mismo principio de orden, generando un discurso social de la belleza, donde “el arte por el arte” no es otra cosa que el fácil tránsito de la elaboración literaria a los círculos de producción y mercado.
Plantearse entonces un nuevo orden referencial en el lenguaje, implica sumarse entre otros a Felix Guattari, en su cuestionamiento de los paradigmas estéticos, subvirtiendo la unidad de producción de valores capitalistas, se trata del principio de la alteridad y por tanto de la recuperación de la ética, como elemento de análisis y de redescubrimiento de la importancia de la creación, de la auto-fundación y del compromiso ético que conlleva. (Ver Guattari, El paradigma estético, entrevista con Fernando Urribarri, nov. 1991) .
Una segunda mirada que puede aportar a la elaboración de una nueva y rejuvenecida perspectiva estética, la aporta el ideario cínico que asoma en el contexto del descrédito de las utopías, bajo el desencanto del modelo estético neo-liberal y proponiendo un punto de fuga a su capacidad de reproducción y alienación, optando por el camino autárquico, antes que el dormitar embrutecido del imperio del consumo. Autores como el propio Diógenes y muy especialmente Peter Sloterdijk, filósofo alemán de connotada trayectoria son referencias para este camino. Para ambas corrientes de opinión, la historia juega un papel determinante, uno de los grandes vacíos que se expresa en las antologías y en general en los trabajos de esa índole, es la ausencia del factor histórico, en el proceso creativo.
Algo de historia
Los procesos independentistas, tuvieron en la pluma un fuerte aliado, las cartas de los libertadores, la alianza temprana entre una estética racionalista resumida en los colores patrios, la música, los uniformes, más un organismo de difusión como la “La Aurora de Chile” desembocaron en una corriente crítica por supuesto ligada a la elite criolla.
En 1860, “La lira popular” era un instrumento donde los poetas y los cantores populares - comentaban con su mirada- se trataba de pliegos sueltos, destinados a comentar los hechos de cierta relevancia de la vida nacional, con el objetivo de venderlos en mercados y lugares concurridos.
Allí el humor, el ingenio y la crítica social eran una herramienta discursiva de vital importancia. Hasta 1920, ocupó un lugar en la memoria del pueblo chileno, el historiador Maximiliano Salinas, realizó un trabajo de investigación en torno a la influencia de lo literario popular, en el ámbito de lo sacro, como de construcción de conciencia social, publicado en revista Araucaria (1986) y titulado “El bandolero chileno del siglo XIX. Su imagen en la sabiduría popular”. De ahí se extrae este texto.
Los Húsares de la muerte
fueron creados por él
y en Maipo peleó sin hiel
pero con gloriosa suerte;
después aquel brazo fuerte
por carrerista sincero
fue de un modo traicionero
muerto por un argentino.
y así murió el jefe fino
que humilló al godo altanero.
Puede que esté lejos de ser un verso bien logrado, puede que no cumpla con todas las formalidades que el decálogo de los poetas exige, lo más probable es que no se encuentre a la altura de compartir, hojas con nombres como los de Huidobro, Parra o Zurita, pero las diez líneas anónimas citadas, son la fotografía de un momento histórico, son el grito de los condenados a muerte de la historia y en ese sentido trascienden tanto o más que cualquiera de los poetas públicamente reconocidos.
A principios del siglo XX, autores como Víctor Domingo Silva, Cosme Damian Lagos, conformaron un sustento valioso al movimiento obrero naciente, acompañando a Recabarren en el nacimiento de la prensa obrera.
La llamada literatura social de Baldomero Lillo, Nicomedes Guzmán, son un aporte desde el momento que el sujeto a retratar era el obrero, en sus alegrías y pesares, ingresando a la vedada mina, como al dormitorio de su casa.
Sin embargo, la valoración estética de estos autores siempre estuvo en tela de juicio, como “El Canto General” de Neruda y la producción literaria de la generación de los ochenta, marcada por la existencia de la dictadura.
Frustración y estancamiento, son palabras acordes cuando se intenta retratar la situación de la literatura y su vinculación con el cambio social, frustración porque; la elaboración discursiva que da cuenta o propone desde su estrategia, alguna sensibilidad que escape a la de los placeres, los sufrimientos inconmensurables por la falta de una cerveza o la página en blanco, son rápidamente tachados de panfletos, de propaganda, o sea, pseudo-arte.
Bajo esa misma premisa, los autores de la diáspora, por el solo hecho de pertenecer a ese registro, se encuentran sancionados, primero por quiénes en un arrebato de pureza, los pasan y repasan por el filtro de la evaluación a-social de sus textos, luego por quiénes cuidan el negocio y sus pequeñas trincheras de supervivencia, para todos ellos, abrir nuevas posibilidades de análisis, podría significar validar ámbitos de competencia innecesaria.
El estancamiento intelectual entonces, tiene sus raíces en la búsqueda de una seguridad y el mantenimiento de un orden -que se puede de vez en cuando atacar- para que todo continúe del mismo modo, la analogía que retrata de mejor forma este momento, es el largo proceso político de post-dictadura, donde los poderes fácticos han logrado salir airosos, en desmedro de las demandas democratizadoras de la gran mayoría del país, del mismo modo, en las esferas de los comentarios literarios y de la crítica periodística del rubro, los avances son casi nulos, las voces se han multiplicado, pero los sustentos teóricos que permiten sus elaboraciones, no dan cuenta ni de las discusiones filosóficas actuales, ni mucho menos de las nuevas miradas al fenómeno estético, donde en algunos casos, la vuelta al sujeto y a su entorno, son elementos de importancia a la hora de configurar y validar un producto, un esfuerzo creativo.
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